Iglesia Evangélica Dominicana «Las Arras»

Sígueme tú... predicando, ENSEÑANDO y sanando



Podemos escuchar las pisadas del maestro acercándose a través del sendero del mar de Galilea, también llamado mar de Tiberias. De fondo, el sutil murmullo del oleaje deslizándose suave pero inexorablemente hacia la orilla. ¡Jesús se acerca! Pasos suaves, pero firmes... persistentes. Su vista puesta en unos humildes pescadores. Dos de ellos lanzando la red al mar son Simón Pedro y Andrés su hermano. Ellos no lo conocen. ¡Él los conocía desde siempre! Desde que estuvieron en el vientre de su madre. La voz del maestro llega hasta los oídos de aquellos pescadores diciéndoles: "Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres".

Así inicia su ministerio público el maestro según el relato del evangelista Mateo.Allí en la desacreditada Galilea, la impura, la oscura, pero paradójicamente, aquella de la cual el profeta Isaías había profetizado: "Más no habrá siempre oscuridad para la que ahora está en angustia, pues al fin llenará de gloria el camino del mal, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles". (Isaías 9:1)

En ese camino del mar donde la gloria de Dios en la persona de Jesús se acerca a toscos y rudos pescadores, hombres de trabajo los cuales respondieron instantáneamente al llamado a seguir las pisadas del Señor. Seguimiento, pues, implica estar claro de a quién se sigue estableciendo una convivencia continua, íntima y leal con Él, sobre todo, en tiempos tan peligrosos como los de hoy donde pululan tantos apóstoles y super-apóstoles, profetas, gurús y maestros en su propia opinión.

La Iglesia Evangélica Dominicana sigue siendo desafiada a seguirle. Asumiendo con responsabilidad la misión de predicar su Palabra, la buena noticia del Reino de Dios que se a acercado en Jesús. Enseñarla desde cada púlpito, hogar, aula, oficina, caminos y calles, pueblos, campos y ciudades, parajes y a ser un instrumento de sanidad espiritual, física y emocional para nuestra nación.

El evangelista Juan en el capítulo 21, nos enmarca el cierre del ministerio terrenal del Señor. Nueva vez coloca al maestro junto al mar de Galilea. Ya pasaron los años de su predicación pública, sus milagros, la formación de sus discípulos, su muerte y sus apariciones como resucitado. Maravillosamente allí, junto a las aguas del mar de Galilea vuelve a encontrarse con los mismos discípulos del inicio de su ministerio. Los encuentra nueva vez pescando… Juan nos relata los distintos momentos de este encuentro,  pero nos llama especialmente la atención un breve momento de tensión en el grupo. Jesús le dice a Pedro sin titubeos: Sígueme y en medio de ese diálogo entre Jesus y Pedro, este último se percata de que el discípulo que Jesús amaba sigue a Jesús detrás. La pregunta que surge torpemente de los labios de Pedro al Señor no deja de ser arrogante: “¿Señor, y qué de éste?”.

Y en este momento donde Jesús da la llamada de atención en este momento, a la atrevida pregunta de Pedro: “Si quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿Qué a ti?... Sigueme tú”.

Iglesia Evangélica Dominicana, seguimos tras los pasos de Jesús. Ese es el reto. Esto es algo personal entre nosotros y el Señor. Sigamosle a Él. Soñemos con Él. Caminemos con Él. Lloremos con Él. Alegremonos con Él. Prediquemos a Él. Enseñemos a Él. Amemos por Él.

Rev. Xiomara Rosario Henríquez.



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